Tronos

Jesús a su Entrada en Jerusalén

El día 29 de marzo de 2015, Domingo de Ramos, estrenó su trono Jesús a su Entrada en Jerusalén siguiendo diseño de Daniel García Romero, tallado por el tallista Francisco Verdugo (Sevilla) y con imaginería de José Antonio Navarro Arteaga (Sevilla). Actualmente se encuentra en proceso de dorado en el taller de Dorados y Artesanía Guerrero.

El nuevo trono de Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén aspira a hacer realidad la naturaleza de las andas procesionales como «retablo callejero». Con esta intención se diseña y pretende hacer realidad un discurso simbólico y un  mensaje  iconográfico cuyo trasfondo no es otro que la EXALTACIÓN MESIÁNICA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO COMO HIJO DE DAVID Y PRÍNCIPE DE LA PAZ. Con esta intención, el programa se vertebra en torno a cuatro grandes relieves ubicados en los cuatro frentes del trono, cuatro esculturas exentas situadas en las esquinas y dos sobre los laterales del mismo, aún pendientes de ejecución.

El programa se basa en distintos textos del Antiguo Testamento, cuyo trasfondo es presentar y explicar el misterio de la Entrada de Jesús en Jerusalén como culminación y conclusión de las profecías. Con este fin, se representan cuatro relieves con los episodios veterotestamentarios que constituyen las prefiguras biblicas de la Entrada en Jerusalén y, por extensión, de la Realeza de Cristo, de su naturaleza como Mesías y Elegido de Dios y de su condición de Vástago de la estirpe real de David.

Los pasajes son los siguientes:

1.- La unción de Saúl como primer rey de Israel. El pasaje alude a la condición de Jesús como Rey-Mesías y como ‘Cristo’, esto es, como ‘Ungido’, elegido de entre todos los hombres para ser guía y libertador de los pueblos (I Samuel 9, 15-17 y 10, 1).

2.- El traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén. Constituye una de las prefiguras de la Entrada de Cristo en la Ciudad Santa. A través de la imagen de su antepasado David danzando lleno de júbilo ante la llegada del Arca Santa, símbolo de la presencia de Yahvé- ‘el que sienta sobre los querubines’- se exterioriza la alegría de Israel por la llegada del Mesías (II Samuel 6, 12-13, 15).

3.- David entra en Jerusalén como vencedor de Goliat. De nuevo David anticipa con su entrada triunfal el carácter de Cristo como ‘Libertador´de los pueblos y naciones’ y el ‘Bendito el que viene en nombre del Señor’ (I Samuel 17, 53-54).

4.- El encuentro de Abraham con Melchisedech. El pasaje presenta un simbolismo premonitorio plural, habida cuenta de que Abraham representa a Cristo Victorioso recibido en Jerusalén por su Rey-Sacerdote, Melchisedech, quien es imagen del mismo Cristo como Monarca y Sumo y Eterno Sacerdote. Por otra parte, la riqueza simbólica de este episodio contempla en las ofrendas del pan y del vino la visión profética de la Eucaristía como sacrificio incruento y de paz (Génesis 14, 17-19).

Por otra parte, el programa iconográfico del trono en las cuatro esquinas, contempla la ubicación de cuatro esculturas representando a tres reyes y un juez del Antiguo Testamento en las cuatro esquinas. A saber:

1- David. Origen del linaje real de Cristo y su imagen viva como Mesías.

2- Salomón. Elegido y Oráculo de Dios por su excepcional Sabiduría y constructor del Templo de Jerusalén como morada permanente de Yahvé.

3- Saúl. Primer rey de Israel, designado por Samuel y antecesor de David en el trono.

4- Samuel. Juez y profeta que designa a Saúl, según los mandatos de Yahvé, como primer rey de Israel tras la liberación del pueblo de parte de los filisteos.

Igualmente, en los laterales del trono figurarán dos esculturas exentas representando a dos profetas del Antiguo Testamento:

1- Isaías. Profetiza la doble naturaleza divina y humana de Cristo, prefigurando el júbilo gozoso de su nacimiento y su revelación a los pueblos como Mesías (Isaías 9, 6-7).

2- Zacarías. Proporciona la imagen profética más viva y elocuente de la Enrtrada de Jerusalén, abundando al mismo tiempo en las cualidades mesiánicas y la Humildad suprema del Ungido de Dios (Zacarías 9, 9-10)

Ocho querubines completarán la imaginería del nuevo trono, que orlarán las cuatro cartelas centrales.

María Santísima del Amparo

Gran pieza en alpaca plateada. Sigue en grandes rasgos el antiguo trono en madera sobredorada que poseía barras cuadradas y capillas laterales y frontal, cambiándose por el deterioro de numerosos montajes y desmontajes en los antiguos «tinglaos» en plena plazuela del Santísimo Cristo de la Sangre y calle Parras.

Dicha pieza se ha ido realizando en diversos pasos: Primero el cajillo realizado por Díaz Roncero (1968), según diseño de Juan Casielles; así como las ánforas (1963). Segundo el moldurón inferior, de Santos Campanario (1978). Tercero las barras de palio del taller de Campanario (1985) y completando dicho conjunto por los arbotantes realizados los delanteros por Talleres Villarreal (1990) y los traseros por Cristobal Martos (1992).

Posee el cajillo una capilla frontal y dos laterales sustentadas por columnas salomónicas. En la capilla frontal se sitúa Santa Ana con la Virgen Niña, y en las laterales San Felipe y San Agustín, aludiendo a las sedes canónicas por las que pasó nuestra Cofradía. El cajillo está tallado en profusión por ramas de olivo con frutos intercalándose con angelitos en diferentes posiciones, dándole al cajillo una cierta movilidad.

El palio, de malla calada y bordado parcialmente en hilo de oro, ha sido realizado por Juan Rosén (2000), mientras que el manto de procesión fue bordado en hilo de plata sobre terciopelo verde por las RR. MM. Filipenses de San Carlos (1957), restaurado por Juan Rosén (2003) y Sebastián Marchante (2016).